BLOG

Vuela libre, papá, sin miedo, tu legado permanecerá por siempre.

 sirabrun 6 meses atrás

Contigo el día de mi boda

Duele. No tenerte aquí conmigo aún duele. Mucho. Demasiado.

Sé que el tiempo calmará este dolor que me desgarra el corazón, que suavizará la agonía poco a poco e incluso me ayudará a mirar tus fotos sin sentir como las lágrimas se agolpan en mis ojos cansados y tristes.

Pero duele tanto decirte adiós…

He tardado un poco en dedicarte estas líneas porque aún no estoy preparada para recuperar mi vida, la de antes. Esa que ya no será la misma porque tú no estás, porque no volverás jamás. Me empujaste a aprender en contra de mi voluntad y me preparaste para valerme por mí misma. Me convertiste en una mujer valiente, luchadora, guerrera, fuerte a pesar de mi sensibilidad y esos afectos que me han vapuleado siempre. Me enseñaste a no depender de nadie, ni siquiera de tí y aunque entonces no lo entendí, ahora que no estás sé que me instruías para este momento.

Duele descubrir que me amabas tanto que tu tarea de protegerme iba más allá de tu presencia, de tu existencia. Debías prepararme para cuando no estuvieras y lo hiciste bien, muy bien. Como buen padre que fuiste.

Me ha quedado mucho por enseñarte, mucho que compartir contigo…

Me habría gustado aprender a tocar el piano, crear una melodía para tí y dedicártela en la intimidad de nuestra familia. Mostrarte cada uno de los proyectos que tengo escondidos en un rinconcito de mi cabeza. Alegrarnos juntos de mis logros, de mis éxitos. Celebrarlo con una rica tapa de queso viejo y alguna buena bebida dejándonos bañar por los dorados rayos del sol.

Echo de menos tus lecciones de vida con tu particular sarcasmo.

Me habría gustado verte henchido de orgullo el día de la comunión de tu nieta, mi primogénita. Volver a abrazarte una vez más, aunque gruñeras a la vista de todos.

Tenerte conmigo para siempre.

Han pasado dos semanas desde que te fuiste. Quince días sin verte, sin escuchar tu voz, sin hablarnos con la mirada. Trescientas sesenta horas sin saber nada de tí…

Lo que odio porque no solo me confirma tu ausencia, sino tu viaje sin retorno.

Y aunque me cueste amoldarme a una vida sin ti a mi lado, sé que puedo hacerlo, porque tú me preparaste para ello. Tuvimos un año para despedirnos y ese regalo, aún siendo quizás el más dolorosos y difícil que he vivido hasta ahora, me proporcionó momentos tan íntimos y mágicos que ahora me reconfortan en silencio.

Porque hasta tu despedida la hiciste con honor y evitando preocupar a los demás.

Humanamente es imposible comprender lo que digo, más me guío por una fuerza mayor que me sostiene en mis flaquezas, en mis debilidades y que me susurra al oído cuanto me quiere. A pesar de lo difícil que pueda parecer el camino que tengo por delante.

Sé que sabes perfectamente cómo me siento, cómo nos sentimos todos los que te queríamos tanto, porque sé que nos estás viendo desde arriba. Escribir estas letras es además de un homenaje a tu nombre, una ayuda para mi alma, pues necesito aliviarla un poco.

Ha sido difícil sentarme frente al ordenador e intentar recuperar mi rutina. Bastante. Una extraña y agridulce sensación me ha recorrido de arriba abajo…

Regresar a mi vida después de dejar tanto atrás…

Imposible. Aún no. No puedo.

Pero lo conseguiré, te lo prometo. No me pondré exigencias, ni retos, ni límites. Me dedicaré a dar un paso tras otro hasta que me sienta preparada, hasta que note tus brazos invisibles sujetarme en el camino.

Entonces sabré que tengo otro ángel más custodiando mis pasos y volveré a sonreír a pleno pulmón, saboreando la vida que tú, con la ayuda de mamá, me regalasteis.

Siempre conmigo. Te querré eternamente.